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jueves, 16 de julio de 2015

Reos cuentan con alarma preoperativos

Previo a las revisiones de seguridad los internos del Reclusorio Sur son prevenidos por las mismas autoridades del penal para esconder sus objetos ilegales. El director asegura que ha iniciado una limpia efectiva 

****2005****
Texto realizado para La Crónica de Hoy

En el Reclusorio Preventivo Varonil Sur los reos gozan de todo lo que tienen prohibido: laptops con Internet, televisión por cable, celulares, alcohol, drogas y mesas de billar, si lo pueden costear. Lo anterior, gracias a que durante los llamados operativos sorpresa, los reos cuentan con ayuda de los custodios, para resguardar los objetos en el edificio de Gobierno, lugar en el cual se ubican las oficinas de dirección del penal.

Los custodios venden a los reclusos la información exacta de cuándo se producirán las revisiones para que escondan sus pertenencias ilegales entre las que destacan drogas, puntas y teléfonos celulares.

Raúl Téllez, un recluso que pide se omita su verdadero nombre por razones de seguridad, comenta en entrevista que en los últimos meses se han llevado acabo operativos sorpresa, “aunque la sorpresa radica en que todos los internos se enteran con días de anticipación”.




En el dormitorio número uno, donde está recluido Téllez, funcionan siete computadoras con servicio de Internet, a pesar de que ese recinto es ocupado por presos de clase baja que llegaron por delitos como robo a casa habitación, asesinatos en la vía pública o asalto a transeúntes. Ahí hay 48 celdas y más de 80 internos usan teléfono celular.

No quiera usted ver el dormitorio nueve. Ahí está la gente pesada, que es la más beneficiada por las alianzas entre reos y custodios, ellos sí que tienen de todo. Un grupo de quienes están ahí es el de Los Tijuanas, por ejemplo, que son los matones de los Arellano Félix, son gente pesada que mueve todo allí, explica Téllez.

¿Quién les instala el Internet?

Un recluso de aquí mismo que viene por delito federal, fraudes en sistemas de comunicación. Se llama Raúl Argüello.

¿Existen otros privilegios?

Pues en general gente que ha trabajado en el gobierno, ex funcionarios que están acostumbrados a los lujos y al dinero fácil, tienen todo lo que pueden pagar.

El interno, quejoso por su estado de vida, al que califica de “humillante”, rechaza que exista una readaptación en el penal, que sólo hace más viciosos a los viciosos y más corruptos a los mafiosos”.

Y explica que la mayoría de los sujetos que se encuentran recluidos en el centro penitenciario por delitos de cuello blanco (como fraudes y estafas) o narcotráfico, continúan su carrera delictiva durante su estancia, que más bien parece “vacacional”, pues éstos siguen operando desde sus celdas.

Aquí adentro la fiesta está pagada

Entre los olores a orines y los rostros deteriorados por los vicios y la frustración de estar tras las rejas, de la esclusa (enlace entre pasillo y pasillo) del dormitorio tres, hasta la esclusa del dormitorio ocho se cuentan unos 60 distribuidores de chochos, pastillas, marihuana, “droga a la carta”, comentan familiares.

Dentro de cada uno de los dormitorios, tres o cuatro personas se encargan de vender la droga. Un hombre güero, de unos 40 años, se encarga del narcomenudeo en el dormitorio uno. “Sí, aquí en el dormitorio todos lo saben, eso no es nada nuevo, su nombre es Demetrio Parra, quien antes era Preventivo del Gobierno del Distrito Federal”, revela un interno del penal.

En la fila que hacen los visitantes para entrar a ver a sus presos, un vigilante entorpece el ingreso de una niña porque lleva un listón rojo atado a los cabellos y una persona que observa el incidente comenta: “Es ridículo, con un listón un interno no se suicidará o atacará a otro, sin embargo con todo lo que adentro… se están matando como en una estancia salvaje”.

Mario, un hombre bajo de estatura y de edad mediana, asegura que el reo al que él visita tiene teléfono celular y algunas comodidades que le han costado a él una lana, “pero por obvias razones los internos y sus visitas no decimos nada, pero todos conocemos la movida”.

Las reglas de acceso al penal restringen, en el artículo 90 del Reglamento de los Centros de Reclusión del Distrito Federal, cualquier tipo de bebida alcohólica, estuperfacientes, psicotrópicos, armas, explosivos e instrumentos cuyo uso pueda ser contrario a fines de la institución y montos superiores a los $400.

Sin embargo es un secreto a voces que en lo oscuro del penal existen asociaciones delictuosas y complicidades entre reos y custodios.

El proceso de admisión de un visitante puede llevar hasta cuatro horas, pero conseguir droga adentro puede llevar solo unos minutos.

Pactos bien tratados


Alrededor de las 7:30 de la noche, Julio y/o Luis Arturo, custodios del centro de readaptación social, son los encargados de hacer varios “bisnes”. Comienzan a operar desde la caseta que da acceso al dormitorio uno. Es en ese sitio donde los reclusos de casi todos los dormitorios, se reúnen para efectuar sus pagos semanales, dádivas que les permiten mantener dentro de la institución un teléfono celular.

En el dormitorio nueve, donde se encuentra interno René Bejarano y donde además hay una cancha de tenis, existen aún más comodidades pues los reos de esta estancia no tienen que tomarse la molestia de hacer sus pagos, los custodios van personalmente a esas celdas opulentas, a efectuar los cobros de cuota correspondientes.

La renta por tener celular era anteriormente de $200 semanales, pero el miedo de los custodios por ser descubiertos y castigados con sanciones que van desde los 200 salarios mínimos hasta ser rescindidos de su cargo o condenados a años de cárcel, ha aumentado la tarifa que a partir de febrero incrementó la cifra en un 150%.

Los artefactos se pueden contar por cientos, tan sólo en el dormitorio uno, en el que hay 48 celdas, son más de 80 internos los que gozan de este servicio telefónico.

El centro de readaptación social, que en opinión del visitante 651 es más bien un “centro de putrefacción social”, consta de diez dormitorios, de los cuales seis tienen un anexo, además de contar con COC (Centro de Observación y Clasificación), y contemplando que existe una sobrepoblación en todos los penales del DF, según cifras de la SSP local, podemos señalar que adentro del penal existen más de 1500 celulares.

Y en una escala menos alarmante, usted puede conseguir una botella de tequila de 800ml en unos $1000 y una cerveza de lata en setenta pesos. Así que si es usted es interno o cuenta con un familiar recluido en algún penal, no se mortifique tanto, que sabemos, su estancia será cómoda y placentera, como dice José Torres, visitante 804, si usted puede: “Aquí la fiesta está pagada”.

Entrevista con Gonzalo Héctor Pérez Ascolani

Comienza la limpia en el penal

El director del Reclusorio Preventivo Varonil Sur, Gonzalo Héctor Pérez Ascolani, comenta que los operativos que se están llevando a cabo en todos los centros penitenciarios de la capital “han resultado verdaderamente benefactores”. Además asegura que son periódicos y fijos.

En opinión del funcionario, la Dirección General de Prevención y Readaptación Social en el Distrito Federal (DGPRS) se encuentra muy satisfecha por los resultados que han arrojado los operativos sorpresa que se han venido dando desde los primeros meses del 2005. Subrayó que han sido positivos y que favorecen a la seguridad de internos y familiares.

“Se han encontrado de todo, armas, drogas, celulares y otros objetos que se prohíbe ingresar al penal, pero ya se hizo prácticamente una limpia”, aunque, agrega, se seguirán efectuando para mantener el orden de los reclusos.

Se le preguntó al funcionario si él sabe la fecha en la que se realizan los operativos, a lo que responde: “No, no, de ninguna manera, los elementos de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) o de la Secretaría de Seguridad Pública local (SSP) llegan a la dependencia, presentan en ese momento un oficio que revisamos e inmediatamente permitimos su acceso. Al término de esta operación en pro de la seguridad interna y externa, se presenta un Acta Circunstancial, documento en el que se registran todos y cada uno de los objetos decomisados a los reos”.

Por su parte, el Director de Prevención y Readaptación Social de la Subsecretaría del GDF, Antonio Hazael Ruiz, no hizo declaraciones al respecto, debido a sus rondines por los centros penitenciarios de la capital.

Destacado:

Artículo 92 del Reglamento de Centros de Reclusión del DF. Tanto las Personas como los objetos que porten o que se pretendan introducir en el Centro de Reclusión serán revisadas por el personal de seguridad o por Supervisores de Aduanas, si fueren empleados, sirviéndose para ello de equipos electrónico que faciliten la revisión y eviten la contaminación de alimentos y daños a objetos.


I. Se prohíbe el ingreso de Reclusión de: Computadoras, localizadores, teléfonos celulares y aquellos aparatos electrónicos que pongan en riesgo la seguridad Institucional

miércoles, 24 de septiembre de 2014

El voyeur

Dejé de culpar a los hombres por mirar a las mujeres cuando me di cuenta qué delicioso era mi cuerpo desnudo, frente al espejo.

Dejó de molestarme que él las fotografiara completamente desnudas, con el culo abierto, chupándose los dedos, tocándose los labios… cuando yo misma me compré una cámara y me fotografié: el coño, como diría Penélope Cruz en cualquier película de Almodóvar.

Dejé de maldecirlas cuando comencé a apreciar su belleza, que es por mucho, superior a la de los hombres. Dios sabe que es verdad.

Y así pues, haciendo conclusiones un día caí en la cuenta de lo tonta que era. De lo que estaba dejando de disfrutar simplemente por juzgar en otras mujeres lo que a mí me encantaría poseer con naturalidad. Encanto. Sutileza, confianza, intensidad. De esa que se transmite y que emociona.

Dejé de reprocharme ser mujer y entonces me lo empecé a tomar en serio. Como muchas puse un espejo frente a mí y me abrí los labios para inspeccionarme la vagina. Dediqué días enteros a su contemplación. Me enamoré de ella. La convertí en el centro de mi energía y entendí que era tanta que podría ser mi fin o mi perdición.

El ver mi cuerpo diferente trajo también, algunos inconvenientes. No inconvenientes insufribles pero sí desencuentros conmigo misma.

Me enamoré de mi figura desnuda, sin embargo noté que eso comenzaba a “insultar” a la gente que me rodeaba. Tampoco es que quisiera andar por la vida con las tetas de fuera, sinceramente soy demasiado friolenta para soportarlo, pero... empecé a hacerme demasiadas preguntas.

¡Ni en la playa!, ¿por qué no puedo sacarme las tetas y el culo para que les dé color el Sol? Me parece de lo más absurdo. No sé cuántas imágenes de mujeres con diminutos bañadores he visto, las suficientes, supongo, para darme cuenta de que lo que quiero hacer no es un disparate.

Justo ahí, me revelé ante la imagen impuesta de mí misma. Empecé a decidirla y a disfrutar su confección. A imprimirle cualquier tipo de obsesiones que me parecieran indispensables.


Entonces, caí en la cuenta de que era una exhibicionista y lo sexy que me sentía al pronunciarlo. Me di cuenta también de que él era un voyeur y que habíamos nacido el uno para el otro.