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miércoles, 30 de julio de 2014

Que amanezca por favor

Ya quiero que sea mañana. Estoy ansiosa. Quiero despertar y ser una mujer diferente. Hoy me lo propuse. Una mejor y más bella mujer para mí, para luego poder entregarme completa, a sus brazos. Una chica que se ame y se respete así misma, que camine ligera, con la columna recta y que no se avergüence de su espalda salpicada de negruzcos puntos y cicatrices.

Una chica a la que una moda, color o rutina no la defina. Que no tenga una ceñida explicación para las cosas, que siempre inste a la consideración de la otra circunstancia. Inquisitiva.

Una chica que se entregue con desquicio y que sepa exigir de la manera más sutil la recompensa de sus delirantes labios.

Una chica independiente, capaz de administrar los días para alargar los buenos momentos, y reducir los malos, a concentraciones intensas de dolor y sanación.

Una chica libre, pero no solo libre sexualmente, sino libre de elegir su forma de vestir, los enunciados que pronunciará o callará. Libre de opinar. Libre de pensar. Libre de la carga social que oprime, que aplasta.

Libre, entendiendo esta libertad como la capacidad de escoger entre varias opciones (conociendo esas opciones).

Una chica que al verse al espejo no se desmorone ante la “realidad”, sino que la perciba y la celebre, a lupa. Que se mire los poros.

Una chica capaz de satisfacer las necesidades del otro, sin tener que sacrificar las propias. Que disfrute la soledad.

Mañana, quiero despertar y atreverme a ser todo lo que muchas veces había pensado catastrófico.

Mañana quiero ser la suma de hoy, de ayer, de toda mi vida.

Estoy ansiosa porque sea mañana y empezar a dirigir el barco al muelle de la ensoñación.

Cuando amanezca habré dejado de pensar en todo el tiempo que he perdido lamentándome no haber descubierto a la chica que hay dentro de mí, amordazándola, poniéndole trabas.

Antes de que el sol comience a filtrarse entre las hendiduras del departamento habré preparado café caliente. Lo habré vertido en una taza compacta previamente endulzada y me habré cepillado la extensa y densa cabellera.

Me adelantaré y ahogaré la alarma del despertador. No necesito que me diga a qué hora comenzar. Soy una mujer nueva y he comenzado ya.




martes, 29 de julio de 2014

Busco mirón

Quiero que alguien me seduzca. Estoy buscando quién pueda hacerlo y quiera hacerlo bien. Necesito a alguien que quiera mirarme todo el cuerpo, de pies a cabeza, una y otra vez, que no se canse de verme el culo y me penetre con las ganas que sé, le vendrán, de poseerme.

Estoy buscando a alguien que me tome por musa. Dispuesto a la lidiar con mi timidez, con mis miedos, con mi falta de coordinación. Alguien que pueda sacar dentro de mí la perversión que existe. La más sutil y elegante, pero también, la más vulgar.

No busco coger. Busco alguien que desee mirarme. Que quiera solo contemplarme. Recorrerme con detalle. Alguien que pueda retratarme. Para la posteridad. Con cualquier material o textura. Echando mano incluso, de la música y la literatura.

Hace algunos días un escultor me hizo la propuesta. Posa para mí. Desnúdate para mí. En mi estudio. Una tarde. Ni siquiera lo pienso. ¡Sí!, acepto. Tengo que prepararme.  

Siento terror. ¿Terror? ¿De qué? No es lógico sentir terror en estas circunstancias. Sí, terror de que sus ojos vean en mí algo monstruoso. ¡Que mis ojos, no sean capaces de soportarlo!

¿No te da miedo, que te coja? Eso sí debería de asustarte. ¡No! No quiero que me coja. Quiero que me haga sentir hermosa. Palpitante. Que me mire por mucho tiempo. De arriba abajo. Otra vez. 

Estoy obsesionada con que me miren. Me gusta saber que otros me miran. Pero no que me miren en lugares públicos y lugares concurridos. Me gusta que me miren en lugares que no deberían mirarme. Por ejemplo, en mi habitación, o en un cuarto lleno de objetos de utilería.

¿Te gusta que otros te vean completamente desnuda? Sí. Aunque prefiero que no sea cien por ciento desnuda. Me gusta jugar con las prendas. Cualquier tela puede hacer la diferencia.


¿Quiénes te han visto desnuda? Hasta ahora nadie. Por eso busco un mirón que esté libre este fin de semana.


Rouge
Autorretrato


miércoles, 23 de julio de 2014

Sexo de ocasión

Leo la palabra. Lento. M i e d o s a. Y de inmediato, me recorre una sensación. Un vértigo. Se me calienta la cabeza.

Es como una señal eléctrica que va directo entre mis piernas.

Sí soy miedosa. Pero no sé exactamente a qué le tengo miedo. Desde que me hablaste de tu casa, no puedo dejar de imaginar que me coges en el estudio que instalaste en uno de los cuartos de ese viejo departamento de pisos de madera y techos altos. No dejo de sentir la brisa que me entra desde una de las ventanas.

Sí soy miedosa. Porque a pesar de todo, nunca la he pasado mal contigo. Al contrario. Encontrarte un día me hizo notar cuán capaz soy de excitarme tan solo con las palabras. Con la imaginación.


Sí soy miedosa porque tú eres perverso. Porque sé que nada me une a ti. Solo el sexo. Y porque es. Maravilloso.

Me dan asco los penes


A mí no me gustan los penes, me dan asco. Eso pensaba cuando el cuerpo empezó a mudarme, cuando se me empezaron a ensanchar las caderas, cuando empecé a notar que ellos no podían dejar de verme el culo.

La verdad es que son horribles. Los que más asco me dan son los que no tienen circuncisión.

Por dónde se le busque, un pene no es “bonito”. No sé cómo las mujeres pueden enamorarse del pene de algún hombre.

Odiaba que los hombres me vieran el cuerpo. Que su mirada me recorriera. Me sentía tan incómoda.

En cambio. No podía dejar de ver a las mujeres. Muchas eran tan bonitas, que no les quitaba los ojos de encima.

No. No cogí con ningún hombre antes de los 22. Ni tampoco con una mujer. Pero veía más viable, la segunda opción. "A mí no me gustan los penes, me dan asco".

Quizá por lo que representaban para mí. No sé si empecé a notarles todo lo malo a los hombres, y sus penes me parecían particularmente feos. Hasta amorfos.

También sus pensamientos machistas. Su doble moral. Las absurdas reglas que han fomentado para hacerle creer a las mujeres que su cuerpo es más obsceno que el de ellos. Bahh. Qué feos penes tienen todos. Pensaba. Todas. Deberíamos ser lesbianas. 

Con el tiempo he descubierto que los penes sí me gustan. Mucho. Verlos. Tocarlos. Con la lengua. Mamarlos. Fotografiarlos. Verlos a detalle. Jugarlos. Encenderlos. Ponerlos firmes. Humedecerme los labios con ellos.

Sí, sí se me antojaría meterme dos a la boca. ¿Al mismo tiempo? Pues no sé si me cabrían, pero imaginarlo me prende. Jajaja. No te rías…

Todos tenemos fantasías. ¿A poco tú no has fantaseado? Con una orgía, un trío… hacerlo con el amor de tu vida en una misteriosa laguna enclavada en la selva lacandona…. En la playa, bajo una noche estrellada y una luna a full. En un hotel. Con mucho terciopelo cerca. Amarrada. En medias caladas. Dentro de una habitación llena de espejos. Entre pornográficas pantallas. 

¡Uy!, yo tengo muchas fantasías. Algunas vivas, incluso después de haber sido cumplidas. Recrear las escenas, siempre resulta una fuente de erotismo abrigador.

Me da mucha risa. Pero antes, también me daban asco las bananas. No me gustaba comerlas. El plátano me parecía entonces la fruta con el sabor más aburrido.

Luego de conocer sus bondades con el potasio y de tomarme el tiempo para saborearlo, cambié la forma de degustarlo. Ahora me encanta comer plátano. 

Como me daban asco los penes me imaginaba entonces, desnuda con mujeres.  A veces solo me imaginaba desnuda, mientras otros me veían. Otros sin rostro. Quien fuera.

¿Qué si me he masturbado? Claro, desde que era niña. Lo hacía en mi cuarto, con frecuencia. No, no pensaba que fuera malo, pero sabía que era privado. O por lo menos, entendía que tenía que ser privado, si no quería ser juzgada o explotada sexualmente.

Claro que sigo masturbándome. Y por supuesto, me gusta pensar en penes. Tampoco me limito. Pienso en todo. Fantaseo con lo que tengo cerca. Con encuentros improbables. Ocultos. Con atmósferas extravagantes.


A mí me dan asco los penes. Eso pensaba antes de probar el que me hizo cambiar de opinión. 



viernes, 18 de julio de 2014

La exhibicionista


Me gusta andar sin calzones por toda la casa. Me excita.

Me gusta que los otros me imaginen sin ropa, me excita.

Me gusta hacerme retratos desnuda, me excita. 

Me gusta que los otros me escuchen gritar, me excita.

Me gusta escuchar música mientras hago el amor, me excita.

Me gusta usar falda cuando hace mucho calor, me excita.

Me gusta escribir sobre lo que me excita, me excita. 

Soy una exhibicionista. Me excita. Me excita. 

Dorada
Autorretrato
#SinFiltro