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viernes, 28 de febrero de 2014

Aquí es la Cuchilla del Tesoro

Hace un buen rato ya, inicié junto a Rogelio Díaz, una investigación comprometida con la que busco contar la historia de la gente y el barrio que me ha hecho el mundo y donde fui criada. 

De esta aventura han resultado experiencias maravillosas, incalculables. Me he metido a la casa de mis vecinos y familiares para atosigarlos con mis elaboradas y pretensiosas preguntas. Y ellos, me han atosigado a mí también, con sus amplias respuestas. 

Hemos compilado una cantidad de material audiovisual que sería imposible no compartirles y aún nos queda un gran camino que recorrer. 

Cada día falta menos para que ustedes puedan gozar del trabajo final, y nuestra emoción por hacerlo de su conocimiento es tal que no pudimos reprimir nuestras ganas de darles una ligera probadita...


Lo que verán a continuación es solo un pequeño clip que resultó de una madrugada bajo presión, para presentar una muestra del proyecto, como parte de una tarea. Espero que lo disfruten.


Entrevista a Juan Villoro

EL DF ES APOCALIPSIS Y CARNAVAL: JUAN VILLORO 

En agosto pasado tuve la oportunidad de hacerle algunas preguntas a Juan Villoro. El escritor presentaba "Conferencia sobre la lluvia", un pequeño monólogo al que Diego Jáuregui le dio vida en el Foro Polivalente Antonieta Rivas Mercado de la recién remodelada Biblioteca de México.

Fueron poco más de 21 minutos los que pudimos compartir con Villoro, mi hermana y yo, a la que le eché un pitazo para que bajara de su terraza a La Ciudadela. 

Ella se hizo responsable de la cámara. Yo de las preguntas.

Además de charlar sobre el texto, nos contó sobre las calamidades y placeres de la Ciudad de México, las bibliotecas a las que le gusta mucho ir a curiosear y de unos libros, que un buen amigo no le ha devuelto.

Aquí la entrevista:

Villoro es un gran conferencista, ¿existe una ponencia en la que todo le haya salido mal, sudado las manos y el cuerpo se le haya entumecido con las ideas a la par?

Es algo que he tenido que vencer, es como dominar un potro salvaje. La primera vez que yo hablé en público, recuerdo que solo hubo una pregunta, y me dijeron: “¿usted siempre habla tan rápido?”, fue lo único que quisieron saber, porque yo era una especie de freak que hablaba de manera atropellada y desordenada.

Pero dicen que torero sin miedo no es torero, porque el miedo es un componente esencial de estar en el ruedo. Yo creo que las conferencias surgen de un conocimiento previo pero se produce ante el espectador, es decir, son algo que está ocurriendo por primera y única vez en ese momento, son improvisadas, al menos las mejores conferencias que yo recuerdo son de ese tipo.

¿Cuáles son las bibliotecas en las cuales te sientes resguardado o a las que les tienes un gran aprecio?

Bueno, yo trabajé en esta biblioteca (la Vasconcelos), entonces esta obra (Confesiones sobre la lluvia) tiene un componente emocional muy grande. En mi novela “El testigo” hay un capítulo que ocurre aquí, en donde por cierto, se metían los pájaros por unas aberturas y había goteras. En esa misma novela hay otra biblioteca que para mí fue importante, la de la universidad en la que estudié, la UAM Iztapalapa, donde me tocó ver el nacimiento de una biblioteca.


He dado en clases en algunas universidades, entre ellas la Universidad de Yale en donde Umberto Eco se inspiró para crear “El Nombre de la Rosa”. Ahí está la Biblioteca Sterling, una biblioteca maravillosa, laberíntica y de acceso directo.

También la Universidad de Princeton tiene una biblioteca muy interesante con sótanos de puros manuscritos. Es como estar en una catacumba secreta.

¿Qué, de los libros disfrutas mucho? ¿Su aroma, sus pastas, sus monosílabos acomodados estratégicamente...?

Cuando te acostumbras a leer vas disfrutando desde la tipografía. Desde luego me gustan mucho los libros como objeto pero no soy un coleccionista, no soy un fetichista. He perdido muchos, otros los he regalado. Vivo entre libros pero no quiero que los libros me posean a mí. No soy verdaderamente un bibliófilo.

¿Prefieres ver llover o mojarte?

Eso depende de la circunstancia y de la compañía. Digamos que, en los grandes momentos no hay nada mejor que mojarse. Pero como la vida, no siempre tienen grandes momentos, muchas veces es más cómodo ver llover.

Todo lo que nos rodea es un libro y la biblioteca es un resumen. La Ciudad de México, ¿qué tipo de libro te parece que es?

Yo estoy escribiendo un libro sobre la Ciudad de México que se llama “El Vértigo Horizontal”, que espero publicar el año que entra.

He vivido aquí casi toda mi vida y ésta es la historia de medio siglo en la ciudad. Ahí trato de entender justamente la ciudad, como un discurso, por supuesto, un discurso extraordinariamente caótico, abigarrado, barroco, desigual, contrastado y difícil de entender en conjunto.

Cuando Carlos Fuentes escribió “La Región más Transparente” en 1958, él pudo entender la ciudad como un todo. Entonces tenía como unos 4 millones de habitantes la ciudad, entonces se podía entender, hoy en día, eso es imposible. Ni siquiera el taxista más trabajador ha estado en todas las calles de la ciudad. Nunca nadie va a conocer toda la Ciudad de México, es como un libro infinito, que nadie va a poder leer entero.



¿Cuáles son las calamidades y las bondades del DF?

Las calamidades son muy fáciles de distinguir: el mal carácter de muchos chilangos, la contaminación, el tráfico, la falta de urbanidad, la desigualdad social. Chalco y Santa Fe. El caos, la especulación, la mala gestión. Pero al mismo tiempo es un lugar muy vivo.

La ciudad se acerca al apocalipsis, o sea, es el escenario perfecto para el fin de los tiempos, pero al mismo tiempo, en su vitalidad, es una ciudad que también se acerca mucho al carnaval, porque es una ciudad muy festiva, muy ceremonial, llena de actividades: deportivas, ciudadanas, culturales, gremiales, comunitarias… La Ciudad de México te permite llevar varias vidas, es una ciudad tan grande que nadie puede controlar dónde estás.

Es una ciudad que ha encontrado formas de convivencia muy positivas, en donde el matrimonio gay y la adopción, no son tabúes. Es un lugar donde se puede tener una vida que no necesariamente responda a creencias religiosas. Es la ciudad más tolerante de todo el país. Es una ciudad que ha revelado un rostro muy humano en cataclismos como el terremoto de 1985.

Es una ciudad muy generosa consigo misma y finalmente es nuestra casa, es un espacio que por momentos parece monstruoso pero es el espacio donde queremos estar. También me sorprende que ante esta balanza entre el apocalipsis y el carnaval, lo mejor de la ciudad sea que el partido lo va ganando: el carnaval.

¿Dentro de los políticos mexicanos destacarías la capacidad discursiva de alguno de ellos?

¡Uy no!, eso se ha perdido totalmente, yo creo que el último que impresionó fue Porfirio Muñoz Ledo. Manuel Barlett tuvo algunos momentos discusivos pero son fatales los políticos mexicanos, para la oratoria, el discurso, hablan totalmente de una manera artificial. Los políticos mexicanos, cuando no hablan como Cantinflas, hablan de una manera absolutamente impostada. No hay buenos oradores, ni en la izquierda ni en la derecha.

Has escrito guiones para cine?

Sí, yo he escrito varios guiones, afortunadamente solo uno se ha filmado. “Vivir mata, dirigido por Nicolás Echevarría, pero es un trabajo sumamente ingrato. Yo lo hice, porque me gusta el cine, porque quería experimentar y por dinero, porque difícilmente un escritor vive de sus libros.

Pero la experiencia es muy decepcionante, porque intervienen tantos factores que al final tú tienes muy poco control de lo que hiciste en el texto. Influyen demasiados factores, el dinero, los productores, sus amistades, el director…

¿Existe algún libro que haya provocado tu enemistad con alguien o que te haga sentir empoderado?

Tengo un amigo que tiene muchos defectos en la vida y uno de ellos es que me debe dos tomos de “El Hombre sin atributos” y no me lo ha dado, y tiene una vida muy desordenada y, no nos hemos dejado de hablar pero no es su mejor rasgo de carácter.

Yo tengo un libro fetiche, que no me gustaría perder por nada, “Rayuela”, que me lo dedicó un amigo muy querido, Javier Cara. Él no sabía si ser escritor o ser médico, cuando estábamos en la prepa. Y yo no sabía si ser escritor o ser médico. Los dos estábamos dudando. Él optó por la medicina y yo por la literatura. Me regaló ese libro, con una dedicatoria muy larga, muy bonita. Y luego él murió haciendo guardia en el Hospital General, en el terremoto del 85.

La lluvia ¿es un buen presagio o un mal presagio?

En general yo estoy de parte de la lluvia. Es algo muy femenino, la lluvia está muy cerca de las mujeres. Las mujeres representan la fertilidad, el pensamiento líquido, lo fluido…

Yo digo en la obra: “todos los hombres se mojan de la misma manera, pero cada mujer es distinta bajo la lluvia”, y eso es cierto, y buena parte de la poesía amorosa ha sido escrita por hombres que asocian a las mujeres con la lluvia.


Juan Villoro (Ciudad de México, 1956)

Ha desarrollado una prosa inconfundible que ha merecido algunos de los premios más importantes del territorio hispanoamericano: el Xavier Villaurrutia, el Mazatlán, el Jorge Herralde, el Vázquez Montalbán, el Internacional de Periodismo Rey de España y el José Donoso.


Entre sus novelas destacan “El disparo de argón”, “Materia dispuesta”, “El testigo”, “Llamadas de Ámsterdam” y “Arrecife”. Además de su prolífica producción en diversos medios nacionales, Juan Villoro ha trabajado dos textos para teatro: “Muerte Parcial” y “El filósofo declara”.


(*Esta entrevista fue publicada en Más por Más en 2013)

jueves, 27 de febrero de 2014

La leyenda de mi padre (fragmento)

Sobre la captura del boina verde

Había caído Alfredo Ríos Galeana. Por decreto Presidencial se creó entonces, un grupo para detener al enemigo público número uno. El mismo que hizo la hazañosa labor de capturar a El Rambo de los ochentas, un ex boina verde condenado a muerte en Estados Unidos, acusado de homicidio.

“Ese boina verde había sido agarrado por Interpol. Lo detuvieron en las galeras. Pero se escapó de ahí. No comió, no desayunó, no cenó, a pura agua estuvo varios días. En la madrugada se dio cuenta que todo el personal de guardia estaba dormido, se embadurnó de jabón y como se dejó enflacar se salió por los barrotes el puto”, cuenta mi padre en la primera entrevista formal que tenemos él y yo y con la cual pretendo comenzar a hurgar en este enredo que significa investigar si mi papá realmente es un truhán como me lo he creído yo y como se lo ha creído él.

Ahí nos llegó la información. Un gringo se escapó de las galeras. Salieron uniformados de los zorros, fuimos como unos setenta cabrones, Carlos Armendariz Guevara, era comandante de la Federal, habíamos judiciales federales, del Estado, del Distrito y preventivos del Distrito.

Era en Balbuena, no me acuerdo el domicilio. Llevábamos a su vieja. Cuando llegó la ñora, se bajó del carro y le pidió que le ayudara a con unas bolsas que estaban en la cajuela. Me acuerdo que le dijo Bob, así que supongo que así se llamaba. 

En ese momento él sospechó todo, lo vi cómo se quedó quieto, como esperando, y en un segundo echó a correr. ¡Era una chingaderota! Yo me subí por una contrabarda. Siempre he sido bien ligero. Decían que era una chucha cuerera, ¡ni te le arrimes porque te da en la madre en cortito!

Me dieron una R15. Me brinqué con él. Pasamos una alambrada. Era un ex militar, se las sabe todas. Se oían disparos por todos lados, recorrimos toda la manzana saltando de teja en teja, tras la persecución, caí maltrecho, corté cartucho y le apunté a ese culero. ¡Cálmate porque te mato puto! En ese momento él me miró, como en un filme... 

Me miró para amedrentarme. Pero yo no sentí nada, absolutamente nada. Yo no hallaba que hacer con mi vida en ese momento. ¡No te le arrimes compa, no te le arrimes! Llegaron con una suburban.

Lo hice que alzara las manos, lo esposaron. ¡Pinche Rafa hijo de tu pinche madre!, ¡no sabes ni qué acabas de hacer!, ¡chinga tu madre cabrón. Acabas de agarrar al Rambo de carne y hueso, me decía el Margarito Villagrana, luego sacó un cuerno de chivo y echó como 50 putazos sólo para celebrar, contaba mi padre mientras se golpeaba el pecho y los hombros, para simular la ovación en la comandancia de policía a la que me intentaba transportar.


miércoles, 26 de febrero de 2014

Museo respira en el subterráneo de la ciudad


Qué otra cosa es el Metro de nuestra ciudad sino el más grande espacio en donde conviven perfumes, malos olores, rostros, religiones, gustos musicales, preferencias sexuales y por supuesto, niveles de tolerancia que a veces no logran ser regulados llegando a discusiones que terminan con el famoso “si no le gusta, váyase en taxi”.

Sin ser demasiado poéticos o exagerados, y sin pretender serlo, el Sistema de Transporte Colectivo Metro es sin duda, el museo más grande y económico de esta ciudad, ya que solo necesitamos 5 pesos para disfrutar de sus túneles, murales, instalaciones de arte abstracto naturales, exuberancias e interminables anécdotas.

A diario en sus trenes y andenes se escriben cientos de historias que conforman el presente de esta agitada y sobrepoblada metrópoli.

El subterráneo capitalino es, y ha sido siempre, escenario de conversaciones y riñas, disimulados robos, fajes, encuentros de amor a primera vista, exposiciones, conciertos y hasta balaceras, como la acontecida en 2009 en Balderas.

¿Quién no ha sufrido en él, el forcejeo y los empujones, pan nuestro de cada mañana? ¿Quién no ha sido amedrentado por los vagoneros que ofrecen al por mayor discos de todos los ritmos, desde sinfónicos hasta los más populares de charanga?

¿Quién no se ha quedado atorado debajo de la tierra esperando se supere el caos provocado por algún capitalino envalentonado (o cobarde) que ha decidido arrojar su cuerpo a las vías de los trenes o incluso, usado el pretexto “estaba lentísimo el Metro” para evitar un descuento de paga en la oficina?

En fin, quien no ha comprado un boleto del Metro y viajado en él, no ha vivido con intensidad y posiblemente no ha descubierto algunas extravagancias de esta ciudad. El Metro ha inspirado canciones, poemas, novelas, cortos, largometrajes, exposiciones...










Sus exhibiciones


Desde hace mucho tiempo toda esta ebullición ha sido tomada en cuenta por las autoridades culturales que han buscado convertirlo en un escenario de retroalimentación y exhibición del trabajo de pintores, fotógrafos, escultores, actores, músicos y artistas visuales capitalinos.

Actualmente existen diversos puntos entre las conexiones subterráneas, donde constantemente se da espacio en algunas vitrinas instaladas a propuestas artísticas, tal es el caso de Pino Suárez o Barranca del Muerto. 

San Lázaro por ejemplo, se ha convertido en uno de los foros principales para la música. La estación que conecta las líneas rosa y la B del STC, presenta todo el tiempo a diversas agrupaciones vanguardistas de rock, cumbia y hasta danzón. 



Sus murales


La luz que se filtra del día, en el Metro, es también un buen motivo para detenernos a degustar (cuando se puede) de algunos espacios, digamos “naturales” que se generan en el subterráneo.

Además están los murales de Bellas Artes, Copilco, CU, Insurgentes y Auditorio, con los que uno se puede hacer unos minutos de espacio para contemplar. 

Lo más fresco


Entre las más recientes “adquisiciones” del Metro está la instalación lumínica que se estrena en la estación Isabel La Católica. Se trata de un juego de luces de las que emana Quetzalcóatl.

La escultura kinética que posa sobre uno de los pasillos del andén norte de la recién remodelada estación, es obra del artista plástico Joaquín Jurado.

La representación escultórica evoca las escamas de la mítica serpiente con una obra destinada a sustraer a los usuarios en su cotidiano andar, mediante sonidos, movimientos y reflejos irregulares que detienen y proyectan el espacio en un solo lugar.





Publicidad vs arte


En promedio, los usuarios del Metro pasamos entre 2 y hasta 4 horas en él. Demasiado si nos ponemos a pensarlo con detenimiento, y suficiente para que sus instalaciones sean dignas y ofrezcan cada vez más propuestas para reducir el estrés dentro de ellas.

Por ejemplo, no le vendría nada mal a la red de transporte, una estación de radio que programara música tranquila y estimulante (que sustituyera el griterío de los vagoneros que elevan los volúmenes de sus bocinas sin piedad).

Tampoco echaríamos de menos si los espacios publicitarios de los andenes fueran remplazados por otro tipo de mensajes e imágenes más provocativas, que nos hicieran pensar, soñar, reflexionar, ¡sobre cualquier cosa!, sobre todo lo que somos y queremos ser como sociedad.




Su arquitectura, como las películas de ciencia ficción


Además de todo lo anterior ¿te imaginas el monstruo de estructura que conforma al Metro? Pasadizos subterráneos, puertas secretas que, según se dice conectan mediante túneles ocultos, por ejemplo, a Palacio Nacional y Los Pinos...

Hay incluso algunas versiones que narra el escritor y periodista Héctor de Mauleón en su columna “La leyenda de los túneles secretos”, que señalan que entre Auditorio y Constituyentes existe una interestación para salvaguardar a la familia presidencial en caso de guerra o que Cuatro Caminos continúa su trayecto hasta el Campo Militar donde hay una estación oculta que sirve para movilizar a las tropas hasta el Zócalo.  

¡En fin!, ¿cuánto más no podríamos hablar del Metro? Aunque sus instalaciones e infraestructura no son ni las idóneas ni las de un país de primer mundo, hoy el Metro es el más eficiente vehículo en el DF y nuestro museo, por excelencia. 









STC Metro
Lugar: Ciudad de México.
Horario: días laborales, de 5:00 a 24:00 horas. Sábados, de 6:00 a 24:00 horas. Domingos y días festivos, de 7:00 a 24:00 horas.
Costo: $5

Textos y fotos de Yuliana García




El 4 de septiembre de 1969, el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México fue inaugurado, luego de dos años de construcción. En esa época se convirtió en el metro más moderno y de mayor extensión del mundo, superando a los de Nueva York, Tokio, Buenos Aires, París y Londres.













En 1978 durante las excavaciones para hacer la estación del Metro Talismán – Martín Carrera, que se ubica en la Línea 4, se encontraron restos óseos de un mamut (Mamuthus archidiskodon), el cual se exhibe en la estación.



52 murales distribuidos en estaciones de sus 12 Líneas conforman actualmente el acervo museístico del Metro.




















































martes, 18 de febrero de 2014

Licencia para bucear

Parálisis, shock, debilidad, entumecimiento, hormigueo o dificultad respiratoria. Diferentes grados de dolor en las articulaciones y en las extremidades. Inconsciencia. La muerte. Son solo algunas de las variadísimas consecuencias de la descompresión que se pueden tener al practicar el buceo.

Los síntomas pueden presentarse juntos o por separado, ocurrir en cualquier parte del cuerpo, e ir o no acompañados de un ligero mareo.

Suelen producirse entre 15 minutos y 12 horas después de una inmersión, aunque pueden ocurrir más tarde.

Tienden a aparecer gradualmente y a persistir, aunque pueden ser intermitentes. Todos los casos deben ser considerados graves, y aunque existan todas las medidas para evitarse, no es posible a veces, salvarse, ni haciéndolo todo al pie de la letra. Todo depende. De las corrientes, del cuerpo, de la suerte. De la vida y de la muerte. 

Las lesiones por sobrepresión pulmonar y la enfermedad descompresiva son conocidas por la comunidad médica como lesiones disbáricas.

Luego de leer éstas y otras advertencias sobre lo consciente que debería de ser al firmar los documentos que me hacían completamente responsable de mis inquietudes hacia el buceo recreativo que deseaba practicar… Mi mente se nubló.

Ya no pude pensar claro, se me doblaban las rodillas. Se me habían debilitado. Empecé a ver puntitos de colores. Se me bajó la presión. No estaba segura de lo que estaba haciendo y me sentía presionada para entenderlo.

No estoy convencida. Le dije al instructor que luego de varias horas de viaje, nos atendió con mucha amabilidad y nos dotó de los materiales de estudio. Videos. Manuales y tablas de cálculo... Tenían en varios idiomas. Y no encontraban en español para mí. 

Necesita pensarlo mejor. No hay reembolsos. Si quiere puede quedarse en la playa mientras sus compañeros obtienen su licencia. Playa del Carmen tiene muchas cosas atractivas para los vacacionistas.

¿En seriooooooo? ¿Había escapado de mi cotidianidad solo para reproducir mi hartazgo bajo el sol, la arena y el mar de Cancún?

No. ¡Claro que no! Lo que mi vida necesitaba era adrenalina. Aventura. Algo desconocido. Delirante. Que me dejara una marca indeleble para el camino, para el sueño, un viaje a mis adentros.

Firmé apresuradamente. Me dije. Si he de morir, he de morir. Podría desvanecerme en la esquina a causa de un atropellamiento fortuito. O pudo haberse desplomado el avión. Qué más da. Si he de morir... tampoco estaría nada mal que fuera en el mar.


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Podría decir que me siento muy a gusto en el agua, porque de hecho, así lo creo cuando estoy en ella y supongo, que de algo debieron servir las clases que natación de toda la primaria. Sin embargo, he estado a punto de morir ahogada, por lo menos más de una vez, y frecuentemente tengo algunos periodos de mucho miedo y ansia al nadar entre las olas.


La primera vez que me creí muerta fue en un balneario al que fuimos con la familia, creo Tepetongo o no sé. Cuando caí en la desesperación me abalancé de mi prima Areli, llenándole la boca de agua, gracias a lo que pude salvar mi pellejo.

La segunda vez, fue en Zipolite, en Oaxaca. Me acuerdo, que un borrachillo que estaba afuera de una tienda a la que pasamos antes de la playa, me lo advirtió, y yo, por obviedad, lo tomé de loco. También me acuerdo que luego de que me sacó del agua un salvavidas chaparrito, me quedé platicando con una señora a la que no podía dejarle de ver las megatetas que tenía.

La tercera la sentí hace unos meses, al obtener mi licencia de buzo.

Yo nunca había buceado, ni me imaginaba buceando tampoco. 

Primero, llegar por cielo, y tras estar a miles de pies de altura, ir luego por debajo del nivel del mar donde para empezar las presiones atmosféricas son muy diferentes.


Llegamos a Playa del Carmen, en Quintana Roo. Sveta Budnyak, nuestra instructora, que era rusa y rubia, tenía la actitud más fría que el agua en donde llevamos a cabo las inmersiones.

El lugar en el que recibimos la capacitación fue un centro integral de buceo PADI, ubicado entre la 5ta Avenida y Calle 8 de aquella localidad en la que uno se siente, totalmente extranjero.


Lo primero que necesitas hacer cuando llegas ahí, es estar seguro, segurísimo, de que puedes morir de mil y un formas, o quedar de plano mal del cerebro. 

Yo no quería echarme a perder los pulmones ni que me reventaran los oídos. ¿Podría poner la suficiente atención y concentrarme?

Un gringo que estaba ahí, mientras observaba junto a mis compañeros los tanques y las aletas exhibidas, me llevó al agua antes de siquiera mojarme los pies.


Nos contó de los motivos que lo habían llevado hasta ahí (porque él sí tenía motivos reales, no como yo que solo buscaba escapar de la redacción y sus políticas retrógradas). El discurso aniquiló mis dudas de un trancazo fijando mi juicio solo en un punto, en lo que ahí debajo descubriría: una puerta para sorprenderme un poco más y para siempre.

La primera inmersión fue en aguas confinadas (una alberca convencional). La aventura comenzó y yo tuve un episodio de risitas que no me permitían ni conciliar el equilibrio.

Justo cuando estuve debajo del agua con respiración artificial me di cuenta de lo mucho que necesitaba estar en la superficie vociferando.

El primer gran reto al que me enfrenté, fue al lenguaje de las señas. Siempre me han dado mucha ansiedad y no me empeño en convertirlas en algo funcional. Me desespero y prefiero hablar. Abajo del agua no hay palabras. No hay explicaciones largas. Ni siquiera cortas.


Fue una semana tortuosa. Hubieron días en los que nuestras jornadas empezaban a las 7 AM. Pasamos tardes enteras viendo cintas (noventerísimas) para capacitarnos. Pasamos horas, larguísimas, entendiendo tablas matemáticas indescifrables.

PADI, Professional Association of Driving Instructors, es la mayor organización de enseñanza de buceo en el mundo (según reza su manual), la cual desarrolla una serie de programas estándares para certificar a instructores a nivel internacional.

El curso que tomamos fue el PADI Open Water Driver, el cual nos daría la famosa licencia. Sufrí bastante. De pronto no entendí por qué pagar por padecer, por tener miedo. Porque Sveta me hiciera desvariar.


Ella fue muy dura conmigo. Cada que buscaba salir a flote ella me jalaba hacia su cuerpo. Ponía su máscara frente a la mía, me miraba intensamente a los ojos y me decía, sin decir nada: no puedes ir allá arriba. Ahora vives aquí bajo el agua. Éste es ahora tu lugar. Respira. No veo que no puedas respirar. Entiende niña. No puedes ir allá arriba nunca más.

¡Qué angustia! Ni siquiera sé si podía hilar ideas. Cada ejercicio allá abajo se volvía más complicado. Decidir flotar. Controlar el cuerpo.

Cuando exhalas, reduces el volumen de tus pulmones y la cantidad de agua que desplazas, lo que hace que tengas menos flotabilidad…

¿Qué..? ¿Puedes explicármelo de nuevo?


Claro. Puedes definir el principio de flotabilidad de esta forma: Un objeto sumergido en el agua recibe un empuje hacia arriba igual al peso de la cantidad de agua que desplaza.

Esto significa que si un objeto desplaza una cantidad de agua que pesa más que su propio peso, flotará. Si un objeto desplaza una cantidad de agua que pesa menos que su propio peso, se hundirá. Si un objeto desplaza una cantidad de agua igual a su propio peso, ni flotará ni se hundirá, sino que permanecerá suspendido en el agua.

Como buceador, controlar la flotabilidad es indispensable. Es saber dónde se está. Algo así como lo que muchas mujeres no pueden hacer en los videojuegos, y por lo que de plano, se desinteresan.

Los plomos que un buzo como tú carga en su cinturón, son una forma de controlar la flotabilidad. Debajo del agua debes entenderlo y jugar con ello. Pon atención. Es sencillo.



Hasta aquí vamos bien. Ahora que entiendes de flotabilidad positiva, negativa y neutra, deberás entender también algunas cosas básicas sobre presión, volumen y densidad.

Del mismo modo que el aire ejerce presión sobre ti, lo hace el agua cuando te sumerges, pero debido a que es más densa y pesada, los cambios de presión son mucho más importantes al ascender o descender una distancia determinada.

¿Eso es lo que podría matarme?

Así es. Justo eso, por ello primero debes entender cómo tu cuerpo puede sufrir la famosa compresión. Sígueme.


Durante el descenso, la presión del agua aumenta y comprime el aire en los espacios aéreos de tu cuerpo (los más afectados suelen ser los oídos y los senos). 

Conforme el volumen disminuye, la presión empuja a los tejidos del cuerpo hacia el espacio aéreo. Si continúas descendiendo sin ser cuidadoso, podría ser demasiado doloroso.

Una compresión es un desequilibrio de presión en el que la presión en el exterior de un espacio aéreo es mayor a la presión en el interior del espacio aéreo. Esto puede afectar tus pulmones y llevarte a la muerte si no utilizas adecuadamente las técnicas de compensación.

¿Iremos a aguas abiertas ya?

Practicar en aguas abiertas no es inmediato. Primero haremos solo simulaciones. Tranquila. Ya falta muy poco. 


¿Estás lista?


Aún faltan muchos detalles por atender. La limpieza y el funcionamiento del equipo. Los primeros auxilios. Los tipos de botellas, máscaras, trajes, reguladores y aletas.  

Algo curioso de entender es que los tanques no están llenos de oxígeno sino de aire comprimido. La gente siempre se confunde respecto a ello.

Te explico. El aire se compone de muchos gases, pero el oxígeno y el nitrógeno forman más del 99% (79% oxígeno y 21% nitrógeno).

Cuando respiramos nuestro cuerpo utiliza el oxígeno, mientras que el nitrógeno es un gas fisiológicamente inerte. El aire comprimido de la botella para bucear es básicamente lo mismo que respiras justamente ahora.

Aunque el nitrógeno no tiene influencia directa en la superficie, las cosas cambian cuando respiras bajo presión y a ciertas profundidades.

Claro es pues, que tu tiempo bajo el agua tiene límites más allá del equipo y tus propios deseos. Límites, que están relacionados con la profundidad y que se derivan del nitrógeno que se disuelve en tus tejidos durante una inmersión y que puede intoxicarte.

Para mantenerte dentro de los límites correctos debes utilizar tablas que te dan los tiempos máximos de profundidad de buceo, todo dependiendo del nitrógeno absorbido, teóricamente.

Si permaneces bajo el agua por encima de esos límites, tu cuerpo absorbe tanto exceso de nitrógeno cuando asciendes a la superficie, que no puedes eliminar el nitrógeno a la velocidad a la que sale la disolución. Al escapar de los tejidos de tu cuerpo, el exceso de nitrógeno forma burbujas en los tejidos y en los vasos sanguíneos.

El fenómeno es similar a abrir una botella de refresco; reduces la presión y el gas disuelto escapa produciendo efervescencia en la bebida. Las burbujas que se forman en el cuerpo después de una inmersión producen una condición médica denominada enfermedad descompresiva. 

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Las matemáticas, las salvadoras


Las tablas de buceo se usan aproximadamente desde 1907 y fueron el primer método de planificación de inmersión hasta llegar a los ordenadores.

Ellas te dicen tu límite de descompresión basándose en la cantidad teórica de nitrógeno que absorbe tu cuerpo durante una inmersión, teniendo en cuenta inmersiones anteriores. Cada minuto, cada centímetro importa. 

Para más claridad te dejo aquí el Planificador de Inmersiones Recreativas que debes aprender a usar. Nos vemos mañana Yuliana. Resuelve los problemas y cuestionarios. Mañana hay examen. 




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¿Estamos? No tengas miedo. Estás a punto de ir allá abajo.

Ajusta tu máscara. Traje, tubo, aletas, mangueras, cinturón y plomos. Deshincha el chaleco. Vacía el regulador bajo el agua utilizando el método de exhalación y el botón de purga. Respira bajo el agua.

Lleva tus piernas lo más alto y recto posible para que su peso te lleve hacia el fondo. Mantén la cabeza abajo. Controla tu flotabilidad, observa bien todo a tu alrededor. Muévete despacio.  Localiza tu manómetro y asegúrate de que tu aire disponible sea adecuado. Desplázate. Lento. Ahorra oxígeno.

Compensa los oídos. Relájate. Disfruta de la luz que se filtra entre los corales.  Mantén contacto visual con los otros.

RECUERDA: la regla más importante del buceo con equipo autónomo es no aguantar nunca la respiración. Siéntelo. Ahora vives bajo el agua.


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Vi muchísimos peces de colores. Aluciné en su profundidad. Miré a los ojos a otros buzos. Sentí perversas corrientes frías y calientes. Nos condujimos entre oscuras cavernas.

En total hicimos cuatro inmersiones. Todas en cenotes porque el mar andaba bravísimo, imponiéndosele al viento.

Primero nos sumergimos siete metros en Chikin Ha, durante 35 minutos.

Luego fuimos un poco más, 10 metros en Rainbow. 30 minutos en Casa Cenote (seis metros) y finalmente 12 metros durante 38 minutos en El Edén. 

El tanque pesa aproximadamente unos 15 kilos, que sumados al peso del chaleco con el regulador (unos 5 kilos más), y los plomos que necesitas según tu flotabilidad… terminan siendo una pesadilla. Aquello era como cargar un muerto de por lo menos unos 12 años de edad.

Entender las tablas de inmersión, preocuparse por cada detalle, el sudor del pensamiento, el miedo a la descompresión… todo, valió la pena cuando abrí los ojos ahí dentro y pude ver a Diana Vasto con todo el equipo puesto, imaginándome su espejo. Abajo todo es ligero, pero la luz, se convierte en un excitador de frecuencias que emocionan y aterran.

Ya valdría hacer agenda para volver a la profundidad, donde todo, incluso la vida, se hace más transparente e intensa. 










Al final de la historia. Todos obtuvimos nuestra certificación, hasta yo que pensé que iba a reprobar los exámenes finales. Nos explicaron que tenía validez de un año y que si se requerían se podían estar tomando cursos de actualización. Si el buceo es lo tuyo puedes incluso convertirte en instructor. Yo me quedo con la experiencia para la vida, para tener algo que contarles a ustedes. Pero la verdad, muero por regresar.