Dejó
de molestarme que él las fotografiara completamente desnudas, con el culo
abierto, chupándose los dedos, tocándose los labios… cuando yo misma me compré
una cámara y me fotografié: el coño, como diría Penélope Cruz en cualquier
película de Almodóvar.
Dejé
de maldecirlas cuando comencé a apreciar su belleza, que es por mucho, superior
a la de los hombres. Dios sabe que es verdad.
Y
así pues, haciendo conclusiones un día caí en la cuenta de lo tonta que era. De
lo que estaba dejando de disfrutar simplemente por juzgar en otras mujeres lo
que a mí me encantaría poseer con naturalidad. Encanto. Sutileza, confianza,
intensidad. De esa que se transmite y que emociona.
Dejé
de reprocharme ser mujer y entonces me lo empecé a tomar en serio. Como muchas
puse un espejo frente a mí y me abrí los labios para inspeccionarme la vagina.
Dediqué días enteros a su contemplación. Me enamoré de ella. La convertí en el
centro de mi energía y entendí que era tanta que podría ser mi fin o mi
perdición.
El
ver mi cuerpo diferente trajo también, algunos inconvenientes. No
inconvenientes insufribles pero sí desencuentros conmigo misma.
Me
enamoré de mi figura desnuda, sin embargo noté que eso comenzaba a “insultar” a
la gente que me rodeaba. Tampoco es que quisiera andar por la vida con las
tetas de fuera, sinceramente soy demasiado friolenta para soportarlo, pero...
empecé a hacerme demasiadas preguntas.
—¡Ni en la playa!, ¿por qué
no puedo sacarme las tetas y el culo para que les dé color el Sol? Me parece de
lo más absurdo. No sé cuántas imágenes de mujeres con diminutos bañadores he
visto, las suficientes, supongo, para darme cuenta de que lo que quiero hacer
no es un disparate.
Justo
ahí, me revelé ante la imagen impuesta de mí misma.
Empecé a decidirla y a disfrutar su confección. A imprimirle cualquier tipo de
obsesiones que me parecieran indispensables.
Entonces,
caí en la cuenta de que era una exhibicionista y lo sexy que me sentía al pronunciarlo. Me
di cuenta también de que él era un voyeur
y que habíamos nacido el uno para el otro.