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lunes, 28 de abril de 2014

Entrevista a Janne Teller

JANNE TELLER BUSCA EL SIGNIFICADO DE NADA 

En marzo del año pasado llegó Nada a la redacción de Más por Más. Mi editora Lisa Fournier me encomendó la misión de leerlo. Nunca se sabe cuándo un gran libro le puede llegar a uno. Hay que aprovechar cualquier posibilidad. 

Entrevisté a la novelista danesa. Delgada. Alta. Blanca y con una mirada, de esas que no te dejan pestañear. A mí no me gustaba mi inglés. Y a ella no le gustaba su español. Así que usamos traductor. 

Nada, realmente me sedujo. Es un texto ligero, que te lleva por una historia traviesa, misteriosa, intrigante. De niños. Un enredijo filosófico, a veces, demasiado terrorífico, que sin duda, les recomiendo con MAYÚSCULAS.  

AQUÍ COMPARTO LA ENTREVISTA

Cuando niños casi todos fuimos curiosos y atormentamos a nuestros padres con irreverentes cuestionamientos que a veces los enloquecieron. Éramos emocionales, sensibles e inocentes. Nuestra capacidad de asombro era tal que cualquier cosa era objeto para curiosear, examinar y fantasear.

Luego, sin saber puntualmente cómo o por qué, la mayoría nos transformamos en seres monótonos y aburridos, aburridísimos. Nos volvemos a la adultez, dejamos de imaginar un poco y nos convertimos más en humanos prácticos, calculadores y desprovistos de sueños que socialmente parezcan descabellados, sobre esto y otros cuestionamientos existenciales habla Janne Teller en su novela Nada.


“Nada importa. Hace mucho tiempo que lo sé. Así que no merece la pena hacer nada. Eso acabo de descubrirlo”
Pierre Anthon

PROTAGONISTA DE NADA

El texto, que ha causado controversia en Europa, cuenta la odisea que viven los compañeros de Pierre Anthon, un chico de séptimo grado, al tratar de explicarle el sentido de la vida ante su decisión de abandonar el colegio luego de darse cuenta de que en la vida nada importa.

De niña ¿cómo te imaginabas adulta?

Siempre quise escribir libros y tener una granja. Lo primero lo he cumplido, pero viviendo en una ciudad es complicado lograr lo segundo.

¿Cómo te divertías?

Era introvertida y me gustaba estar con animales, particularmente con caballos. Casi no tenía amigos pero siempre me inventaba historias y cosas que decirle a los otros.

¿Cuáles eran tus problemas?

Sentirme diferente a los otros niños. Ahora como adulto sé que todos los niños tienen ese sentimiento. Dentro de mi familia hubieron muchas enfermedades mentales y eso fue difícil de lidiar. Siempre pensé que tenía que hacer un esfuerzo para encajar y no pensaran que era una loca como ellos.

¿Qué es más fácil, ser objetivo o subjetivo?

Solo en las matemáticas es más funcional ser objetivo. En la vida real es mejor ser subjetivo, así uno ve las cosas desde diferentes perspectivas pero a veces no todos pueden serlo. Es un reto aprender a ponerse en los zapatos de otro.

¿Qué es nada?

Parte de todo. En Nada pareciera que la vida es insignificante, Pierre Anthon nos dice que la Tierra tiene 4 mil 600 millones de años y nosotros vivimos máximo 100 años, dentro de esa perspectiva claro que la vida parece nada pero no desde la otro ángulo. Hallar el significado de nada es un reto para todos.

¿Te gusta ser una semilla que genere controversia?

No realmente. Los adultos son quienes reaccionan mal ante este libro porque no les gusta ser cuestionados por sus actos. Muchos solo quieren ser ricos y famosos pero no saben por qué. A los niños y jóvenes este libro habla de algo natural y de lo que la humanidad ha reflexionado por siglos.

¿Qué es hacer filosofía en el siglo XXI?

Seguir cuestionándonos cosas que nos hemos preguntado toda la vida pero de manera práctica. La filosofía nutritiva es la que nos conecta con la realidad. Podemos seguir definiendo cosas abstractas pero tenemos que ir en busca de lo aplicable. Yo hago filosofía a través de los animales y es muy simple porque ellos no manipulan como los humanos.

¿Qué de la vida le da sentido a tu existencia?

Conectar con otros humanos.

Sobre Janne Teller

Novelista danesa (de ascendencia austro-germana) nacida en 1964. Ha vivido y trabajado en la resolución de conflictos humanitarios en lugares como Tanzania, Mozambique y Bangladesh. 

Su libro Nada (Dinamarca, 2000) ha sido traducido a 13 lenguas y en Alemania se ha convertido en un fenómeno editorial. Con él ganó el Premio al mejor libro del año del Ministerio de Cultura danés. 

Teller es autora también de las novelas La isla de Odín (1999), The Trampling Cat (2004) y Come (2008). 

(*Esta entrevista fue publicada en Más por Más en 2013)

sábado, 26 de abril de 2014

De vacaciones en Metepec, ex fábrica textil

(Textos y fotos de Yuliana García)

En Metepec, Puebla, las preparatorias parecen kinders y los kinders parecen iglesias. Esta desproporción fue la primera que notamos al llegar.

También, de inmediato, pudimos cerciorarnos de que el pueblo se encuentra cercano a fechas electorales, por lo que durante nuestra estancia, no paramos de escuchar cómo se vendía la idea de un futuro prometedor con un tal Fausto propone esto, Fausto propone lo otro.

Como nuestra idea de estar ahí, era más bien alejarnos de acá, concentramos nuestras energías y las direccionamos en sentido contrario a la inercia de darnos cuenta que aquí en México, las cosas están igual, en cada rincón.

Pasamos tres casetas. Una de $100 y dos de $30. Las pronunciadísimas curvas me mantuvieron despierta. Alerta. Ni siquiera tuve ganas de vomitar. Milagro. 

Llegamos. Hicimos menos de dos horas desde el DF hasta el Centro Vacacional Atlixco-Metepec, perteneciente al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Estas viejas construcciones que vivieron la época de oro de la industria textil en nuestro país, se han convertido en uno de los sitios favoritos de mi familia. He perdido ya la cuenta de las veces que lo hemos frecuentado.

Ahí mi padre me enseñó a nadar. Ahí vimos el eclipse de 1991. Ahí fuimos de vacaciones cuando Rafa estaba en la cárcel y volvimos para celebrar su salida. Ahí nos la pasamos “suave” como dice él.

Y es que a pesar de la mala imagen que se tiene de esta institución, este centro vacacional, parece ser uno de sus logros. Obviamente sin quitarse el sello de sus trabajadores mal encarados, que por todo refunfuñean, te dan largas y lo que menos les importa es si quieres pasar un fin de semana tranquilo sin hacer corajes, o no.

Alquilamos la villa 11. No es una casa ejecutiva pero tiene cuatro recámaras, cocina, baño, piscina y hasta un cuarto del pánico :0.



Como la barda se va haciendo cada vez más angosta, no nos tocó un patio amplio pero sí el cobijo de un arbolotote. Quién sabe de qué tipo. Eso sí, además de tener una vista insuperable desde su helipuerto hacia el Popocatépetl, Metepec se caracteriza por sus frondosísimos árboles.


(Foto tomada de Facebook)

Llevamos un buen de mandado, así que prácticamente no nos hizo falta nada. Detalles.

Salimos al mercadito y conseguimos comprar tortillas echas a mano. Estuvimos un buen rato mirando cómo dos hermanas manipulaban la masa a su antojo y la ponían sobre el comal. Pedimos dos kilos.  

Subimos unas calles y bajamos otras. Nos dimos una buena asoleada, todo para tratar de encontrar un condenado molcajete. Nos dijeron que conseguirlo ahí sería imposible. “Solo en Atlixco”. Ni hablar. Mi mamá se echó la salsa así a pura machacada con la cola de un vaso.

Durante nuestra estancia, estuvimos completamente desconectados del mundo virtual. Anduvimos ¡tan a gusto! Sin enterarnos de nada. Aunque estábamos a unos kilómetros de la ciudad, no atravesamos crisis de furor contra el cinismo con el que se manipulan las cosas que ocurren y las que no. En este país.


Comimos cada día, deliciosamente. Nadamos cada día, hasta que las posibilidades se nos agotaron. Quisieron asustarnos con una tormenta eléctrica pero no lo lograron.

Echamos de menos nuestras bicicletas, ya que las que rentamos sí eran una cosa, de puro dolor. Duras. Desajustadas. Te hacían el camino inmensamente pesado.

En Metepec aprendí a nadar. Por eso le tengo a ese lugar, mucha nostalgia. Por eso siempre quiero regresar.

Para terminar el viaje, nos dimos una escapadita a Atlixco. En auto está a tan solo 15 minutos de Metepec.

Atlixco no es un pueblo mágico, aunque se ve que sus pobladores (por lo menos, las autoridades del municipio y los ricos) desean conseguir tal distinción. Nos dimos cuenta de ello porque el kiosko principal le pertenece ya a Italian Coffee Company.



Aunque aún no está lleno de extranjeros, como todo buen pueblo mágico (¿porque sí sabían que la magia de los pueblos mágicos reside en que desde donde se quiera se puede ver que es un pueblo de extranjeros y sus inversiones, verdad?). Aunque aún no hay tantos, ya se ven por aquí, por allá. Quizá viendo qué terreno se comprarán.



Fuimos al mercado. Qué mercado el mercado del Centro de Atlixco. Bien surtido y bien distribuido. El mole se vende a 120 el kilo y hay un buen de curiosidades. Comimos cemitas poblanas.

De regreso al DF ya no tuvimos tanta suerte de ver al Popo, como el primer día, que nos dejó contemplarle mientras se echaba una fumadita mañanera. Ese día estaba escondidillo. Un cúmulo denso de nubes le cubría. Parecía que una tormenta terrible le azotaría.



Durante el camino fuimos viendo el camino. Con los oídos sordos. Apenas escuchábamos a La Lila Downs de fondo. Durante el camino fuimos pensado, ¿para qué volver si la estábamos pasando tan a gusto?


¿Para qué volver si hacerlo nos pondrá muy tristes? Adiós Metepec.



















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martes, 15 de abril de 2014

Apaguen la ciudad. La luna se puso roja

Ningún vecino a la vista. No había nadie asomando el pico por las azoteas de mi rumbo. Todos se quedaron dormidos. Nadie se animó a salir, por el viento, supongo, o porque se imaginaban que aquello de la luna roja era meramente un chistorete, de esos que a diario nos hace la televisión para desinformarnos. Total. Ellos se lo pierden. Estamos solos y el eclipse ya comenzó.

Caray. Por lo menos hubieran apagado las luces de las casas. Y del aeropuerto.  

Dejé salir a las gatitas. Comenzaron a juguetear. Yo no podía dejar de ver a Marte. Tan brillante. Contemplar otro planeta. Se siente extraño. Como un vacío, un vacío deleitable, agudo. Profundo. 

Nos trepamos por aquella estrecha escalera. Yo lo seguí a él y ella me siguió a mí. Estuvimos un rato allá arriba. En lo más alto del segundo piso. Estaba despejado. Se veían lucecitas titilar, por todos lados. 

Mientras él la fotografiaba, ella se ponía roja y yo, empecé a ir de un escenario a otro. Comencé a recordar aquel eclipse de sol de 1991 en el que se hicieron campañas, intensas, para orientar a toda la población, sobre el angustiante fenómeno astronómico.

Estábamos en Metepec, un balneario de Atlixco, Puebla. Se sentían los nervios de todos. Se decían muchas cosas. ¿De veras podría acabarse el mundo? ¿Y si el Sol, explota? ¿Y si todas las embarazadas dan a luz, al mismo tiempo?

Escépticos vimos cómo anocheció, a plena luz del Sol. Las aves llegaron, a prisa. Se metieron a sus nidos. Se fueron a dormir.

Nosotros nos quedamos ahí, contemplando. Pensando, tal cual, en la inmortalidad del cangrejo, en nuestra propia inmortalidad. En lo que estarían pensando esos pájaros. Y en lo que pensarían tras la breve velada. En la efectividad de aquellos filtros, no fuera siendo que nos quedáramos ciegos, después. Sería un mal fin.

También recordé el cielo más estrellado que mis ojos han podido ver. En La Escondida, un ranchito que está cerca de Lagos de Moreno, Jalisco. Qué noches pasamos allá. Negra. Así lucía la oscuridad. Qué noche tan plena. Las cabezas nos dolían de echarlas hacia atrás. No podíamos despegarle al cielo la mirada.


Mientras yo hablaba y hablaba ella enrojeció, por completo. ¡Sí estaba roja! Ojalá hubieran apagado la ciudad, para verla arder.


lunes, 14 de abril de 2014

CURA DE SIROPE DE SAVIA

El hombre en general, pasa la mitad de su vida deteriorando su salud (con malos hábitos) y la otra mitad, tratando de recuperarla.

Esta reflexión fue una de las que más se me quedaron en la cabeza, luego de leer el textito Las Bondades de la Cura de Sirope de Savia, de Juan Carlos Roca, libro que acompaña el paquete que uno adquiere cuando compra el sirope.

El tema del ayuno se ha mencionado y utilizado desde el Nuevo Testamento, considerándolo desde una dimensión espiritual y religiosa.

Sin embargo fue apenas el siglo pasado cuando el ayuno de sirope de savia y jugo de limón fue utilizado por primera vez como un remedio para las úlceras estomacales.

Debido a su éxito, incluso con otros malestares y enfermedades, el procedimiento curativo desarrollado por Stanley Burroughs se convirtió en un efectivísimo método natural para depurar al cuerpo de toxinas y depósitos grasos acumulados, recuperando así en gran medida, la capacidad de rendimiento emocional y mental.

Lamentablemente en muchas de nuestras familias nos enseñan a dar gracias por los alimentos en la mesa, pero no nos enseñan a seleccionar los mejores para no agredir a nuestro cuerpo.

Y no es una cuestión que viene solo de la familia y las formas de comer a las que estamos acostumbrados. 

Resulta complicado luchar contra una sociedad que antepone el consumismo y la publicidad, sin importar lo bueno o malo que los productos en cuestión sean para nosotros, ni qué tan adictos nos hagan después... 

El problema de la mala alimentación es una onda gruesa, la cual nos ha colocado entre los índices de obesidad más altos en el mundo, arrojando cifras escalofriantes de enfermedades como la diabetes, e incluso la anorexia y la bulimia. 

Y el ayuno, ¿cómo puede ayudar a contrarrestar todo esto?

Quien sabe ayunar aprende a apreciar más la comida. El hecho de percibir qué se siente no comer nos permite valorar cada cosa que ingerimos. Nos motiva a seleccionar mejor. Es una negación a voluntad de los deseos físicos, anteponiendo la consciencia sobre la materia.


¿Qué beneficios podré obtener al ayunar con sirope?

Sacar todo lo venenoso del cuerpo, purificarlo
Mejorar la salud física
Relajar la mente
Elevar el alma
Meditar
Descansar el aparato digestivo 
Sentirse más joven
Mejorar la textura de la piel
Regular la presión sanguínea
Recuperar la salud
Fortalecer la voluntad
Agudizar los sentidos
Reforzar la disciplina
Mejorar los hábitos alimenticios
Dejar de fumar
Dejar el alcohol
Dejar otras drogas
Dormir mejor
Equilibrar los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico
Mejorar la circulación sanguínea
Mejorar el autoestima
Bajar de peso rápidamente (entre 5 y 10 kilogramos, dependiendo el grado de toxicidad del cuerpo)

¿De dónde se obtiene el sirope de savia?

El sirope de savia es una combinación de dos savias; una de ellas se extrae del arce canadiense cuya característica es el calcio, zinc, magnesio, manganeso y hierro. Y la otra savia se extrae de la palmera tropical de Asia que se distingue por su alto nivel de sodio y potasio.

¿Moriré de hambre al ayunar?

No. El sirope de savia es un alimento líquido 100% biológico, no contiene ningún conservador ni agregado químico y provee a tu cuerpo de todo lo que necesita. No causa fatiga ni hambre. 

¿El sirope sabe feo?

No. El sirope sabe rico, es como una miel. Se combina con jugo de limón y una pizca de pimienta de cayena. El resultado es un brebaje fresco. Es como un tipo de agua de limón muy energizante.

¿Cuántos días debe hacerse el ayuno?

La cura de sirope de savia propone 10 días de ayuno. Tres días antes de él hay que preparar al cuerpo. Y al terminarlo existen también algunas recomendaciones para ir poco a poco incluyendo los alimentos sólidos a la alimentación.

¿Hay efectos secundarios?

Durante el proceso tu cuerpo empezará a expulsar todo el veneno. Eso se verá reflejado en varias partes de tu cuerpo. En la lengua acumularás toxinas, que es preciso eliminar con un limpiador de lengua y teniendo extrema higiene bucal. Se hará presente el mal aliento.

Lo mejor de este proceso es que en consecuencia bajarás de peso, ya que eliminarás naturalmente lo que no necesitas. No hay rebote, no recuperarás después el peso perdido a menos que vuelvas a tus malos hábitos alimenticios y no quieras mover un dedo para ejercitarte. Así que como todo, depende de qué tan bien quieras permanecer.

El sirope es un gran método para cambiar de vida. ¿No parece un efecto secundario maligno o sí?

¿Es caro?

El paquete que te venden incluye 1000 ml de sirope de savia. Tés (Torosen y té rojo). Medicamento homeopático. Pimienta de cayena y un libro que te llevará paso a paso por el proceso. El costo es de $1350. Si consideras que durante 16 días no vas a gastar en cigarros, alcohol, comida chatarra…  ni otro tipo de alimento. Además de las ventajas que obtendrás… ¡es una ganga!


¿Qué pasa si mi fuerza de voluntad no me deja concluir el tratamiento?

No pasa nada, simplemente no obtendrás los beneficios al 100%. Lo mejor es consultar a los especialistas. Le echas un telefonazo y le dices el por qué has decidido desertar. Él te ayudará.

¿Dónde comprarlo?

En la Ciudad de México puedes encontrarlos en Aguascalientes 39, en la Colonia Roma.

Aquí te dejo los teléfonos en los que puedes obtener orientación más específica.  (0155) 19 98 71 06 y 07.
Búscalos en Facebook como: Sirope de Savia México.
O escríbeles a info@siropedesavia.com

Recomendaciones finales

Lo mejor es hacer el sirope en alguna etapa vacacional. Sobre todo para que puedas realizarlo con más efectividad y en un ambiente relajado. 

No hay necesidad de esconder los alimentos o que te alejes de la sociedad, pero sí será más fácil si te expones menos a salidas, antros o bares.

Si lo puedes realizar en pareja, es mucho más sencillo. Ya que entre dos el reto parece más divertido. Aunque si lo haces tú solito (como ir al gym) implica un esfuerzo mayor.

Cuando lo hagas, lee bien. Infórmate para que sepas a qué te estás enfrentando. De otra manera los comentarios cizañosos de tus vecinos, amigos, primos y tíos, no te dejarán tranquilo. Quizá hasta te hagan desertar diciéndote que morirás, que estás loco, que eso es malo... En fin. Debes estar completamente consciente de por qué y para qué lo haces. 

También considera a cómo está el limón, no es la mejor idea hacer el sirope cuando el kilo está hasta en 80 pesitos. Aguas con eso. 


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