Llevo prácticamente toda mi vida viviendo a un
costado de las pistas del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). El
ruido de la actividad aérea es continua. Interminable.
Durante el día despegan y aterrizan aviones. Sin
parar. Uno tras otro.
Durante las noches se escuchan zumbidos. Zumbidos que
elevan y disminuyen sus frecuencias. Que de pronto, taladran. Perforan.
Atolondran. Perturban. No dejan dormir.
Antes sufría de insomnio. Y últimamente tengo sueños
muy raros. A veces muy intensos y coloridos.
Hace unas semanas releí un artículo que hablaba sobre
la capacidad de las neuronas de regenerarse. El texto puntualizaba que la
regeneración solo se experimenta mientras que el cerebro deja de recibir
actividad eléctrica. Durante una verdadera etapa de pleno descanso.
Me decidí. Saqué de la habitación la tv. La radio.
Los celulares. Los cables. Nada de conexiones. Nada que me distraiga a la hora
de emprender el viaje de sanación y espiritualidad.
Bahh. ¿Pero tendrá caso? Eso me acercará a la
regeneración celular.
Mi sueño ha mejorado mucho, sin embargo… es imposible
eliminar la actividad infinita que mi cuerpo percibe durante las 24 horas. He
vivido prácticamente toda mi vida a un costado del aeropuerto del DF. Mis oídos
están realmente cansados de ello. Están desequilibrados y quizá ya ni siquiera
pueden escuchar a nadie.
He pensado que algún día debería mudarme. Otra vez. Lejos,
muy lejos de los zumbidos de este lugar. Lejos, quizá, de la ciudad.
¿En serio tus oídos están cansados? yo creo que lo que esta cansado es otra cosa...y no fue esa la razón por la que te fuiste lejos hace casi 7 años, "queriendo dejar todo atrás"
ResponderEliminarA menudo. Eso cree uno cuando se va. Que dejará todo atrás. Eso es normal. Pero lo que pasa en el proceso es definitivamente contrario. Uno se encuentra con todas las cosas de las que huye. Y luego. Tiene que afrontarlas. Te quiero Leo. Gracias por leer.
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