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miércoles, 6 de agosto de 2014

Me amotiné

No quiero verle la cara a nadie. Apagué una por una las lámparas de la sala, el estudio y la cocina. Reduje mi estancia en la casa a la habitación. Maldita perra ¡cállate! ¡Shhhhh! Por favor, que nadie sepa que no fuimos a ningún lugar. Nadie debe sospechar que seguimos aquí dentro. No voy atender ninguna pregunta. Ninguna encomienda. Nada. 

Necesito escribir, me urge escribir. Tengo muchas ideas pero no estoy pensando con claridad, escucho otras voces. El tiempo está amontonando las palabras con las reflexiones de otros. Solo me confunden. Se acabó, necesito entonces recluirme.

Sé que no tengo trabajo y que debería salir a buscar uno en vez de encerrarme en este cuarto. Pero no puedo desaprovechar el momento de lucidez que me embriaga y me hace hasta sentir débil. Me ha irradiado el cuerpo y me está poseyendo.


Lo único que necesito es estar sola y escribir. Saqué del librero tres libretas de diferentes tamaños. Al menos tendré que llenar éstas. ¡Shhhh! ¡Cállate Baguira! Necesitamos amotinarnos para pensar.

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