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viernes, 28 de febrero de 2014

Entrevista a Juan Villoro

EL DF ES APOCALIPSIS Y CARNAVAL: JUAN VILLORO 

En agosto pasado tuve la oportunidad de hacerle algunas preguntas a Juan Villoro. El escritor presentaba "Conferencia sobre la lluvia", un pequeño monólogo al que Diego Jáuregui le dio vida en el Foro Polivalente Antonieta Rivas Mercado de la recién remodelada Biblioteca de México.

Fueron poco más de 21 minutos los que pudimos compartir con Villoro, mi hermana y yo, a la que le eché un pitazo para que bajara de su terraza a La Ciudadela. 

Ella se hizo responsable de la cámara. Yo de las preguntas.

Además de charlar sobre el texto, nos contó sobre las calamidades y placeres de la Ciudad de México, las bibliotecas a las que le gusta mucho ir a curiosear y de unos libros, que un buen amigo no le ha devuelto.

Aquí la entrevista:

Villoro es un gran conferencista, ¿existe una ponencia en la que todo le haya salido mal, sudado las manos y el cuerpo se le haya entumecido con las ideas a la par?

Es algo que he tenido que vencer, es como dominar un potro salvaje. La primera vez que yo hablé en público, recuerdo que solo hubo una pregunta, y me dijeron: “¿usted siempre habla tan rápido?”, fue lo único que quisieron saber, porque yo era una especie de freak que hablaba de manera atropellada y desordenada.

Pero dicen que torero sin miedo no es torero, porque el miedo es un componente esencial de estar en el ruedo. Yo creo que las conferencias surgen de un conocimiento previo pero se produce ante el espectador, es decir, son algo que está ocurriendo por primera y única vez en ese momento, son improvisadas, al menos las mejores conferencias que yo recuerdo son de ese tipo.

¿Cuáles son las bibliotecas en las cuales te sientes resguardado o a las que les tienes un gran aprecio?

Bueno, yo trabajé en esta biblioteca (la Vasconcelos), entonces esta obra (Confesiones sobre la lluvia) tiene un componente emocional muy grande. En mi novela “El testigo” hay un capítulo que ocurre aquí, en donde por cierto, se metían los pájaros por unas aberturas y había goteras. En esa misma novela hay otra biblioteca que para mí fue importante, la de la universidad en la que estudié, la UAM Iztapalapa, donde me tocó ver el nacimiento de una biblioteca.


He dado en clases en algunas universidades, entre ellas la Universidad de Yale en donde Umberto Eco se inspiró para crear “El Nombre de la Rosa”. Ahí está la Biblioteca Sterling, una biblioteca maravillosa, laberíntica y de acceso directo.

También la Universidad de Princeton tiene una biblioteca muy interesante con sótanos de puros manuscritos. Es como estar en una catacumba secreta.

¿Qué, de los libros disfrutas mucho? ¿Su aroma, sus pastas, sus monosílabos acomodados estratégicamente...?

Cuando te acostumbras a leer vas disfrutando desde la tipografía. Desde luego me gustan mucho los libros como objeto pero no soy un coleccionista, no soy un fetichista. He perdido muchos, otros los he regalado. Vivo entre libros pero no quiero que los libros me posean a mí. No soy verdaderamente un bibliófilo.

¿Prefieres ver llover o mojarte?

Eso depende de la circunstancia y de la compañía. Digamos que, en los grandes momentos no hay nada mejor que mojarse. Pero como la vida, no siempre tienen grandes momentos, muchas veces es más cómodo ver llover.

Todo lo que nos rodea es un libro y la biblioteca es un resumen. La Ciudad de México, ¿qué tipo de libro te parece que es?

Yo estoy escribiendo un libro sobre la Ciudad de México que se llama “El Vértigo Horizontal”, que espero publicar el año que entra.

He vivido aquí casi toda mi vida y ésta es la historia de medio siglo en la ciudad. Ahí trato de entender justamente la ciudad, como un discurso, por supuesto, un discurso extraordinariamente caótico, abigarrado, barroco, desigual, contrastado y difícil de entender en conjunto.

Cuando Carlos Fuentes escribió “La Región más Transparente” en 1958, él pudo entender la ciudad como un todo. Entonces tenía como unos 4 millones de habitantes la ciudad, entonces se podía entender, hoy en día, eso es imposible. Ni siquiera el taxista más trabajador ha estado en todas las calles de la ciudad. Nunca nadie va a conocer toda la Ciudad de México, es como un libro infinito, que nadie va a poder leer entero.



¿Cuáles son las calamidades y las bondades del DF?

Las calamidades son muy fáciles de distinguir: el mal carácter de muchos chilangos, la contaminación, el tráfico, la falta de urbanidad, la desigualdad social. Chalco y Santa Fe. El caos, la especulación, la mala gestión. Pero al mismo tiempo es un lugar muy vivo.

La ciudad se acerca al apocalipsis, o sea, es el escenario perfecto para el fin de los tiempos, pero al mismo tiempo, en su vitalidad, es una ciudad que también se acerca mucho al carnaval, porque es una ciudad muy festiva, muy ceremonial, llena de actividades: deportivas, ciudadanas, culturales, gremiales, comunitarias… La Ciudad de México te permite llevar varias vidas, es una ciudad tan grande que nadie puede controlar dónde estás.

Es una ciudad que ha encontrado formas de convivencia muy positivas, en donde el matrimonio gay y la adopción, no son tabúes. Es un lugar donde se puede tener una vida que no necesariamente responda a creencias religiosas. Es la ciudad más tolerante de todo el país. Es una ciudad que ha revelado un rostro muy humano en cataclismos como el terremoto de 1985.

Es una ciudad muy generosa consigo misma y finalmente es nuestra casa, es un espacio que por momentos parece monstruoso pero es el espacio donde queremos estar. También me sorprende que ante esta balanza entre el apocalipsis y el carnaval, lo mejor de la ciudad sea que el partido lo va ganando: el carnaval.

¿Dentro de los políticos mexicanos destacarías la capacidad discursiva de alguno de ellos?

¡Uy no!, eso se ha perdido totalmente, yo creo que el último que impresionó fue Porfirio Muñoz Ledo. Manuel Barlett tuvo algunos momentos discusivos pero son fatales los políticos mexicanos, para la oratoria, el discurso, hablan totalmente de una manera artificial. Los políticos mexicanos, cuando no hablan como Cantinflas, hablan de una manera absolutamente impostada. No hay buenos oradores, ni en la izquierda ni en la derecha.

Has escrito guiones para cine?

Sí, yo he escrito varios guiones, afortunadamente solo uno se ha filmado. “Vivir mata, dirigido por Nicolás Echevarría, pero es un trabajo sumamente ingrato. Yo lo hice, porque me gusta el cine, porque quería experimentar y por dinero, porque difícilmente un escritor vive de sus libros.

Pero la experiencia es muy decepcionante, porque intervienen tantos factores que al final tú tienes muy poco control de lo que hiciste en el texto. Influyen demasiados factores, el dinero, los productores, sus amistades, el director…

¿Existe algún libro que haya provocado tu enemistad con alguien o que te haga sentir empoderado?

Tengo un amigo que tiene muchos defectos en la vida y uno de ellos es que me debe dos tomos de “El Hombre sin atributos” y no me lo ha dado, y tiene una vida muy desordenada y, no nos hemos dejado de hablar pero no es su mejor rasgo de carácter.

Yo tengo un libro fetiche, que no me gustaría perder por nada, “Rayuela”, que me lo dedicó un amigo muy querido, Javier Cara. Él no sabía si ser escritor o ser médico, cuando estábamos en la prepa. Y yo no sabía si ser escritor o ser médico. Los dos estábamos dudando. Él optó por la medicina y yo por la literatura. Me regaló ese libro, con una dedicatoria muy larga, muy bonita. Y luego él murió haciendo guardia en el Hospital General, en el terremoto del 85.

La lluvia ¿es un buen presagio o un mal presagio?

En general yo estoy de parte de la lluvia. Es algo muy femenino, la lluvia está muy cerca de las mujeres. Las mujeres representan la fertilidad, el pensamiento líquido, lo fluido…

Yo digo en la obra: “todos los hombres se mojan de la misma manera, pero cada mujer es distinta bajo la lluvia”, y eso es cierto, y buena parte de la poesía amorosa ha sido escrita por hombres que asocian a las mujeres con la lluvia.


Juan Villoro (Ciudad de México, 1956)

Ha desarrollado una prosa inconfundible que ha merecido algunos de los premios más importantes del territorio hispanoamericano: el Xavier Villaurrutia, el Mazatlán, el Jorge Herralde, el Vázquez Montalbán, el Internacional de Periodismo Rey de España y el José Donoso.


Entre sus novelas destacan “El disparo de argón”, “Materia dispuesta”, “El testigo”, “Llamadas de Ámsterdam” y “Arrecife”. Además de su prolífica producción en diversos medios nacionales, Juan Villoro ha trabajado dos textos para teatro: “Muerte Parcial” y “El filósofo declara”.


(*Esta entrevista fue publicada en Más por Más en 2013)

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