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sábado, 1 de febrero de 2014

He encontrado el paraíso, en mi habitación

No hay nada que me excite más que la imagen de mí misma ante el espejo, tocándome, acariciándome, probándome una y otra vez esa diminuta tanga que me compré para tomarme unas fotografías y enviárselas a él por WhatsApp.

A veces he pasado todo el fin de semana en ello. Subo el volumen de la música a todo lo que dan las bocinas y me quedo ahí, frente a una fuente casi inagotable de sol.

He encontrado el paraíso en mi habitación. Había pasado por ahí muchísimas veces. Me había retratado en ese rincón y había notado esa luz, pero había algo que no se acomodaba como para hipnotizarme.

Un día, mientras me desvestía frente a la ventana, noté que las ramas de los árboles que alguna vez plantó mi abuela, estaban invadiendo el quicio desvergonzadamente. Me emocioné muchísimo. Una brisa se coló y se me erizó la puntita de los pezones.

Días después me fui dando cuenta que las hojas se estaban acumulando como que a mi favor. Noté que aunque dejaban atravesar la luz, filtrándola aún más deliciosamente, hacían también de barrera anti vecinos morbosos.

¡Qué chulada!, en mi propia habitación hallé el paraíso. Ese día el sol estaba acaloradísimo. Apenas había pasado el mediodía. Apenas comenzaba a asomarse el torrente energético que mucha falta le hacía a mi cuerpo.

Cerré los ojos. Acomodé un sillón viejo de terciopelo rojo, que Fabiano había rescatado una vez de un vecino de la Roma que quería enviarlo al basurero, y me quedé un buen rato. A gusto. Riquísimo.

Me trasladé a ese escenario en el que mis primas Artemisa y Diana, mi hermana y yo, nos inventábamos nuestra playa, en el patio de la casa, los domingos, me parece. Hacíamos nuestras maletas, las llenábamos de cremas y bronceadores y nos juntábamos. Cada quién extendía su toalla donde más le parecía. Nos embadurnábamos y ahí nos echábamos cual lagartijas en curiosos bañadores. Nunca faltábamos y cada quien llevaba su propia sombrilla. El sol no quemaba, complacía y jugueteaba con nosotras, escondiéndose, a veces. 

…¿y si lo hago de nuevo? ¿y si lo hago aquí, yo sola? Nadie puede verme. Desaté mi vestido por el cuello y dejé que se escurriera por mis piernas. Ya hacía calor. Saqué de entre mis perfumes un bronceador y me lo fui untando desde los tobillos.

Siempre he deseado quedar bronceada pareja, bien, tetas y culo. No me encanta que se me dibuje el bikini y cada vez me los he ido comprando más pequeñitos, para borrarlos. Mejor, sin calzones.

Me quedé completamente desnuda, frente a la ventana. Brillantísima. Dorada. ¡Já!, qué delicia! he encontrado el paraíso en mi habitación. Cerré los ojos de nuevo. Seguí distribuyéndome por el cuerpo la olorosa crema veraniega y me tendí horas, desnuda, dejando que el sol hiciera de las suyas.

Cuando el sudor empezó a brotarme entre los poros fui a cambiar la música y reproduje al menos tres veces Hawaii-bombay de Mecano. Luego dejé su turno al silencio. Se escuchaba el murmullo de los vecinos y los pájaros, cosa que se me hacía divertidísima. Mi playa en la ciudad. Mi playa escondida, mi playa nudista.

Primero me bronceé de frente y luego, las nalgas. Amo mi culo, tan redondito, tan firme, tan joven, pero tan descolorido. Abrí los muslos para acomodarme a modo que los rayos del sol lo penetraran, tiñéndolo delicadamente. 

Me mojé por completo. Al levantarme, un hilito de mi humedad se quedó impregnada en el sillón. Reí. Cualquiera, moriría por estar conmigo en mi habitación, en mi paraíso discreto, indecente. Pensé. Ahora ese será mi secreto y aún no sé cuándo querré mostrárselo a alguien ¿a quién?

Ya casi se esconde el sol. Me quedan solo unos minutos. No hay nada que me excite más que la imagen de mí misma ante el espejo, tocándome, acariciándome, untándome bronceador, atándome el cabello y mirándome a los ojos.





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7 comentarios:

  1. Que chingón que tienes un blog, te seguiré, saludos!

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    1. Ese es el mío! http://ojosenlospies.blogspot.mx/

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    2. ¡Sí caray! Por fin me animé. Muchas gracias por compartirme el tuyo. Ya lo estuve revisando. No sabía que había conductoras del Metrobús. O por lo menos no me había puesto a pensar en ello. :)

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  2. eso es muy excitante mija....Primero me bronceé de frente y luego, las nalgas. Amo mi culo, tan redondito, tan firme, tan joven, pero tan descolorido. Abrí los muslos para acomodarme a modo que los rayos del sol lo penetraran completo, tiñéndolo delicadamente. ....esto no tiene precio......por eso estas en mi escritorio

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  3. Respuestas
    1. ¡Muchas gracias! :) :) :) Intensidad es lo que falta. Saludos.

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